Internet: cara y cruz

Desde hace algunos años Internet se ha introducido en nuestras vidas hasta tal punto, que algo tan inalterable como es la música se ha visto afectado de gran manera. Ni negro del todo, ni del todo blanco; el avance de las tecnologías ha provocado una revolución en el mundo de la música, que a menudo es considerada como nefasta por unos y estupenda por otros. ¿Y qué revolución no?

Hubo un día en que la gente no quedaba para hablar por el “Messenger”, ni a través de “sms”; se llamaban por teléfono fijo, y quedaban en los bares. Además de hablar con la gente, beber, y pasar el rato en general, en algunos bares vendían unas cosas llamadas fanzines, que eran como los foros de ahora, pero en folios doblados a la mitad, y sin guerras de insultos. En los fanzines, además de mucha y variada información, se comentaban los nuevos discos que iban saliendo, y así la gente se hacía una idea de cuales quería comprar. Sí amigos, antes la gente compraba música.

Dejando a un lado la dosis de sarcasmo, está claro que los máximos perjudicados en toda esta historia, no han sido Bisbal, Alejandro Sanz, ni la S.G.A.E. (todo lo contrario, se están haciendo ricos...); sino las pequeñas distribuidoras de música especializada, que han visto como sus habituales compradores caían irremediablemente en el bueno, bonito y barato mundo del MP3. A pesar de todo, esto no puede ser criticable, es la simple lógica del sistema en el que vivimos, del “todos contra todos”, de la supervivencia del más fuerte o del más listo.

Lo cierto es que internet también ha aportado cosas muy buenas. Gracias a este medio, todos hemos obtenido información sobre temas de interés minoritario (como puede ser la música jamaicana), hemos conocido grupos que jamás hubiesen llegado a nuestros oídos, y cómo no, hemos encontrado espacios donde mostrar al mundo aquello que nos inquieta, nos gusta o nos disgusta, valga de ejemplo este humilde blog.

Ahora bien, reflexionemos todos antes de que sea demasiado tarde. Antes de que no se puedan comprar discos, porque a nadie le saldrá rentable venderlos; si no hay distribuidoras, será más difícil que un grupo se de a conocer más allá de su ciudad, que se puedan organizar conciertos sin que sean una ruina para el que organiza, etc... Si una escena minoritaria como la nuestra, no es apoyada por sus seguidores, esto se muere.
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